La pandemia y el tsunami de deuda e impagos fomentarán aún más la concentración de mercado entre los «titanes» de EEUU.

En todas crisis económica existen vencedores y vencidos así cómo oportunidades que dan pie a la creación de los próximos líderes del corporate patrio. Sin embargo, en la que se postula como la peor recesión desde la Gran Depresión de los años 30, la oleada de quiebras de empresas de todos los tamaños así como el cúmulo de deuda aventura un mayor favor por aquellas compañías con balances saneadas que han continuado vibrando incluso durante los momentos más duros del confinamiento.

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Industrias como la hostelería o los operadores de salas de cine, por mencionar algunas, que representaban aproximadamente una décima parte de todos los trabajos antes de la crisis de COVID-19, han retrasado en los últimos dos meses al menos la mitad de sus facturas. Las minoristas, especialmente aquellas concentradas en el sector textil, han sufrido una oleada de suspensiones de pagos bajo el Capitulo 11 de la Ley de Quiebras del país.

Es el caso de J.C.Penney, Neiman Marcus y J. Crew, entre otras, mientras cientos de miles de pequeños minoristas tradicionales han cerrado sus puertas para siempre. Estas empresas ya enfrentaban problemas antes de la pandemia, especialmente por el asedio del comercio electrónico, pero las medidas de confinamiento y distanciamiento social aceleraron su declive.

La consultora Coresight Research aventura que las minoristas estadounidenses podrían anunciar el cierre de entre 20.000 y 25.000 establecimientos este año. De estas tiendas, hasta un 60% estarían ubicadas en centros comerciales. De materializarse estas previsiones fijarían un nuevo récord.

La deuda corporativa ya estaba en máximos históricos incluso antes de la crisis del coronavirus. Ahora continúa disparada a un ritmo sin precedentes a medida que las empresas se esfuerzan por asegurarse de tener suficiente efectivo para capear el temporal.

Según los datos de Refinitiv, el valor de los bonos corporativos de grado de inversión emitidos en 2020 hasta el momento por compañías no incluidas dentro del sector financiero es de al menos 425.000 millones de dólares, casi el doble de lo que se emitió hace un año. «Las empresas se retrasan cada vez más en pagar sus cuentas y pronto habrá un aumento significativo en las quiebras», avisa Mark Zandi, economista jefe de Moody´s Analytics.

En este sentido, los analistas de Goldman Sachs consideran que el ciclo de quiebras y rebajas de calificación apenas acaba de comenzar. A pesar de los planes puestos en marcha por la Reserva Federal, los estrategas de crédito del banco esperan que el estrés financiero siga siendo agudo y que los incumplimientos de pagos aumenten bruscamente, hasta un 18% en el escenario más pesimista.

Balances sólidos y las grandes tecnológicas

Mientras tanto, las compañías con balances sólidos y plena liquidez, que además han jugado un papel clave durante las semanas de confinamiento, como Amazon, Walmart o Costco han salido airosos y han liderado buena parte del rally experimentado por el mercado desde los mínimos del pasado 23 de marzo.

Según Adobe, solo en abril, el punto álgido de los confinamientos en EEUU, el comercio electrónico aumentó un 49% en comparación con los primeros días de marzo. Las compras en supermercados online ayudó a registrar un aumento del 110% en las ventas diarias entre marzo y abril. Mientras tanto, las ventas electrónicas aumentaron un 58% y las ventas de libros se duplicaron.

En lo que llevamos de año, las conocidas como FAAMG (Facebook, Amazon, Apple, Microsoft y Google) han generado un rendimiento del 17%. A comienzos de año, la FAAMG suponían ya el 18% de la capitalización del S&P 500, emulando así los niveles registrados por los cinco valores más importantes del índice durante la burbuja de las dot.com.

Dicho esto, desde los primeros compases de 2020 hasta la fecha, han ganado aún más influencia, hasta abarcar el 20% del valor de mercado del indicador que aglutina a las 500 compañías de gran capitalización estadounidense. Esta supone la concentración más alta en más de 30 años.

No obstante, el aumento de su poderío no hace más que incrementar el acecho de los reguladores e inversores. Tanto Amazon como Apple, Alphabet (Google) y Facebook han tenido disputas por sus estructuras fiscales, sus posibles actividades monopolísticas o el uso de los datos de sus usuarios y prácticas de privacidad.

Pero más allá de las grandes tecnológicas, muchas compañías de consumo también han sacado pecho. El S&P 500 Consumer Discretionary (S5Cond), índice que aglutina a 10 valores entre los que destacan no solo minoristas online como Amazon sino también compañías de mejoras para el hogar como Home Depot o Lowe´s, así como Nike, entre otros, acumula una rentabilidad positiva en lo que llevamos de año del 8% frente a las caídas del 0,5% que registra S&P 500.

David Kostin, estratega jefe de Goldman, incluye compañías como Ross Stores, Home Depot, o Tractor Supply, entre «las empresas con balances más sólidos que están en la mejor posición para resistir un shock en el flujo de efectivo resultante de la crisis económica derivada de la pandemia». Eso sí, reconoce que las acciones de muchas de las entidades con balances más sólidos en EEUU operan en estos momentos con unas valoraciones que podrían considerarse extremas.

En tiempos de crisis, nacen oportunidades

Aún así, es importante destacar como en momentos de crisis también nacen nuevas oportunidades. De hecho, algunas de las mayores multinacionales de EEUU nacieron en tiempos revueltos. Así McDonald’s se fundó en 1948 tras una crisis causada por la desmovilización de una economía de guerra por parte del gobierno del país.

Walmart se creó 14 años después, alrededor de la época del «Flash Crash de 1962», un periodo en el que el índice S&P 500 cayó más de un 22%. Airbus, Microsoft y Starbucks se constituyeron durante la época de la estanflación de los años 70, una década marcada por dos recesiones y uno de los peores mercados bajistas de la historia de EEUU.

Poco después, Steve Jobs se instaló en su garaje y creó una pequeña empresa de informática llamada Apple. Más recientemente, Airbnb o Uber vieron la luz con la resaca dejada por la crisis financiera y el posterior azote de la Gran Recesión.

Fuente: elEconomista.- 09/06/20.